Castineros y Egresados, dos tipos difíciles

Bueno, resulta que revisando mi blog en Perfspot, red que visito tan solo un par de veces al año y apenas unos minutos, me encuentro con que puse una entrada con ese título, cuyo contenido consiste en un enlace a un artículo de finales de 2008 que escribí en una red social en Ning que teníamos la gente de teatro de esta iniciativa y que se cerró muy poquito después, cuando la marejadilla de Ning comenzó a adoptar tintes de marejada de fondo.

No sé si conservo el texto de ese artículo por alguna parte.  Si lo encuentro algún día, actualizaré este contenido. Por ahora, acabo de crear un comentario, que explica sucintamente su contenido:
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Bueno, esto fue de hace mucho y compruebo que tan sólo puse el enlace.  Pero el sitio donde lo publiqué, una red en ning que teníamos, dejó de existir poco después, hace 3 años.

El resumen podría ser que la tipología de los castineros y de los egresados, a pesar de estar en los dos extremos más alejados de nuestra profesión, presentaba de manera muy similar una dificultad semejante en el tratamiento.

Los unos porque no quieren estudiar y lo que desean es dar el salto a la profesionalidad "por su cara bonita".

Los otros porque han estudiado y tienden a considerar que esos años de esfuerzos acumulados (muy loables) les otorgan de por sí mayor talento artístico "innato".

A la postre, ambas tipologías tienen algo de presunción en sus actitudes, sin haber demostrado nada de hecho en la realidad de la creación artística cotidiana.
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Teatro de barrio

Estrictamente hablando, nunca he sido director de teatro de barrio. Sin embargo, el teatro de barrio siempre me llamó la atención.  En ocasiones he sido contratado para montar grupos teatrales en barrios, pero en pocas de esas ocasiones se puede decir que tuvieran un claro nexo con el barrio y su entorno.  Sería más fácil decir que fueron grupos cuyo enclave geográfico coincidió estar en un barrio. 

Las obras deben pasar al Dominio Público al día siguiente del fallecimiento del autor

Desde el punto de vista conceptual, no hay nada que justifique la demora de 70 años (o cualquier otra cantidad de tiempo) que las obras artísticas con derechos de autor han de transitar para que sean de dominio público.
Las obras acogidas a derechos de autor deben moralmente pasar al dominio público al día siguiente de la certificación del fallecimiento del autor.

El Dominio Público de las creaciones de la mente y espíritu humanos es el concepto prevalente e implícito en toda filosofía de los derechos de autor.

La demora en su promulgación sólo puede obedecer a razones circunstanciales (quizás técnicas, quizás económicas), no a razones morales.

No somos sacerdotes

[No sé por qué, pero se me olvidó poner este breve texto en el blog.  Lo escribí en Netlog unos meses después del grueso restante de artículos, a principios de 2008 creo recordar.]

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No somos sacerdotes de nada. Esta es una de las premisas básicas para poder entender esta propuesta de red.