miércoles, 11 de julio de 2012

Teatro de barrio

Estrictamente hablando, nunca he sido director de teatro de barrio. Sin embargo, el teatro de barrio siempre me llamó la atención.  En ocasiones he sido contratado para montar grupos teatrales en barrios, pero en pocas de esas ocasiones se puede decir que tuvieran un claro nexo con el barrio y su entorno.  Sería más fácil decir que fueron grupos cuyo enclave geográfico coincidió estar en un barrio. 
Lo mismo podría decirse de otros grupos nacidos a iniciativa propia.  En mi época de aficionado, sí recuerdo haber dirigido durante casi un año un grupo de un complejo parroquial de un barrio, que tenía todo el sabor del entorno, pero que yo, como casi siempre en el caso de los que proveníamos del Teatro Independiente, lo manejaba con perspectivas escasamente enganchadas con las necesidades de la zona.

A pesar de mi intenso interés conceptual por todo lo relacionado con el Teatro Popular, sólo fue mucho más tarde cuando me enfrenté a la modelación de una propuesta donde el "barrio" como concepto pasaba a primer plano.  Tuve muchas reuniones y conversacions con gente del teatro y escribí bastantes notas sobre el asunto, de tal modo que se podría decir que soy un "entendido" en la materia.

Antes ya había surgido una posibilidad en la creación del grupo de Los Giles en el 88 auspiciado por la compañía Tespis, pero se quedó en "prototipo" general, sin que el aspecto barrial quedara bien injertado en el esquema.  De hecho, incluso en la época del Manticore unitario, allá por el 82 u 83, ya habíamos tratado de los enganches orgánicos con zonas, pueblos, barrios, pero todo quedó en agua de borrajas en aquellos momentos.

Así que sólo fue con Teatrópolis cuando realmente profundizamos en tales aspectos, reclamando así este tema la atención que venía demandando ocasionalmente, sin que se le prestara de manera adecuada hasta mediados de los 90, cuando de modo casi fortuito nos topamos con la madurez suficiente, la evolución necesaria en Manticore y la urgencia práctica en los ensayos de Tenerife.
Sigo sosteniendo, tanto tiempo después, que el modelo-propuesta era especialmente bueno.

Consistía básicamente en compensar el acceso a los locales de las AAVV con cursillos para gente de la zona y en crear un circuito con el producto de dicho trabajo para posteriormente aunar a los más destacados en compañías de rango geográfico superior, sin que ello significara la obliteración de un mínimo de responsabilidades con la compañía base de origen, hasta llegar a una compañía central profesionalizada inserta en el circuito.  Aunque se planteó, nunca logramos darle forma real, pues tampoco era real el interés de aquellos que votaron por la propuesta.  Pero de estas ideas surgió después el esquema de Manticore como movimiento, que adoptamos unos años después, en la época de La Trinchera y el FTAM, pero ya lejanos nuevamente del aspecto "barrial" que se barajó en el 96.  Son muchas las notas y documentos que recuerdo, pero tendría que buscarlas y hacer alguna selección.

No hay comentarios: