sábado, 29 de diciembre de 2007

Los negocios de la red: los negocios ajenos

En la Asociación Teatral MANTICORE tuvimos algunas experiencias de esas, pero no fueron definitivas ni permanentes. La idea de la "promoción radial" de la que hablaba en otro artículo podría incluir la noción de empresas y negocios ajenos adheridos a la red, aunque lo cierto es que nosotros en aquella época la implementamos casi exclusivamente con negocios propios.

Pero vayamos a cómo integramos a algunos negocios ajenos.


En cierta ocasión una de nuestras compañías asociadas montó un espectáculo y consiguió que un importante centro de copistería realizara gratuitamente la impresión de los programillas de mano y un amplio surtido de tarjetería que era necesario para el desarrollo de las funciones, pues se trataba de un espectáculo interactivo. Se representó bastantes veces y el importe total de ese encargo de impresión no era despreciable.

En el programilla de mano se incluyó un pequeño logo de la copistería, minúsculo e insuficiente como publicidad (además este tipo de publicidades a la larga suele ser un inconveniente para los negocios, pues es muy difícil medir hasta qué punto surten efecto, y lo que
suelen conseguir es el efecto contrario: una cola de más grupos y ONGs pidiendo favores similares.)
En las tarjetas no se podía incluir nada, debido a las características del espectáculo.

Nos sentíamos en deuda con ese negocio y se nos ocurrió integrarlo en la promoción radial que ya teníamos en marcha.
Un negocio de reprografía y copistería suele hacer multitud de pequeños encargos a particulares de escaso importe y los clientes no suelen pedir factura, con lo que es difícil medir el grado de fidelización.

Nosotros a la sazón organizábamos actuaciones por nuestra cuenta, en paralelo a las actuaciones contratadas por instituciones y entidades.
Para el desarrollo, soporte y mantenimiento de parte de nuestro quehacer teatral, Manticore disponía de varios negocios propios no directamente teatrales, entre ellos un pub de copas y actuaciones.

Llegamos a un acuerdo con la copistería y en el nuevo lote de talonarios de facturas que empleó ese negocio aparecía en el reverso de cada factura una leyenda que decía más o menos que conservara la factura y que al alcanzar la suma de una cierta cantidad de dinero dichas facturas podrían canjearse en la taquilla (boletería) de cualquier función organizada por la Asociación Teatral Manticore.

Dicho de otro modo, el perfil básico fue: eres estudiante, no tienes mucho dinero, te interesa asistir a manifestaciones artísticas y tienes que encargar trabajos de copia de apuntes, libros, etc. (algo común), entonces vete siempre a ese negocio en particular y encarga allí tus trabajos, pide la factura y como premio podrás vernos gratuitamente, siempre y cuando seamos nosotros quienes organicemos la función.

La cosa estuvo vigente sólo por un tiempo, hasta que se agotó aquella partida de talonarios de facturas. Después de aquello ninguno de nuestros grupos necesitó por esa época nuevamente de los servicios de ese centro, y quizás no supimos mantener una conexión permanente, pues ni siquiera se nos había ocurrido que ese fuera el objetivo. Simplemente compensamos un favor concreto con otro favor concreto. Como no sabíamos cómo hacerlo directamente con los dueños del negocio (aparte de algunas invitaciones), lo proyectamos sobre los clientes de su negocio, cosa que nos interesaba más a todos.

En definitiva, de algún modo también había "tres" partes en la
transacción: el grupo beneficiado por la ayuda; la empresa que ayudó y, en este caso, la Asociación a la que pertenecía el grupo (a los ojos de la empresa éramos lo mismo, pero entre nosotros sabíamos que no). La Asociación como entidad realizaba el cometido de absorber y compensar. Las funciones a las que asistían los premiados no tenían por qué ser del grupo en cuestión, podía ser otro, y la Asociación se preocupaba de compensar a éste otro grupo y de establecer las ayudas mutuas entre las compañías asociadas. Todo se balanceaba finalmente.

En los mismos días incluimos también a un segundo negocio en ese entramado, con la misma técnica, en este caso un taller de artesanía de calzado de cuero que había colaborado con una de nuestras compañías en la reproducción y confección del calzado de las tribus aborígenes canarias para una obra de corte histórico. También fue un acuerdo puntual y no se pretendió una proyección en el tiempo de esas relaciones.

Pero marcan una concepción, un modo de hacer las cosas ajeno al "coro de plañideras" en que desgraciadamente se han convertido tantos grupos de teatro en todo el mundo.

Sobre esa base se podrían haber inventado otros acercamientos, ajustados a las características de cada relación. Aún estamos a tiempo, lancemos la imaginación al vuelo...

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